martes, mayo 30, 2006

Entre Sevilla y Triana

Copilandia, una exposición de obras libres de propiedad intelectual contribuídas desde todo el mundo, soltó amarras equipada con materiales artísticos, copiadoras, computadores y sistema de sonido, invitando a los visitantes a multiplicar, propagar y celebrar un intercambio libre de arte y conocimiento. El proyecto concebido como un foro abierto y dinámico, presentó las contribuciones de más de trescientos artistas y asociaciones, poetas, músicos, escritores, dj’s, hackers, abogados, psiconautas, hechiceros, magos y anarquistas. Presentada originalmente como parte del Festival Sevilla Entre Culturas (2005-2006), Copilandia es una intervención pública del colectivo GRATIS que se alojó durante doce días en un barco pirata fondeado en el río Guadalquivir frente a la Torre del Oro. La logística del proyecto corrió a cargo del equipo de BNV. Ahora todo el material generado en el marco del proyecto puede consultarse en los Anarchivos del centro de las artes de Sevilla.


Alguien comparaba Copilandia con el Mayflower, la nave donde tantos aventureros en busca de una cultura alternativa se embarcaron en el siglo XVII para colonizar el “Nuevo Mundo”. Copilandia es una isla libre de propiedad intelectual que flota con los movimientos tectónicos de la cultura. Nacida del intento de abrir un espacio colectivo de creación, Copilandia se alimenta de las energías de trabajadores culturales en apoyo de una economía alternativa, si bien temporal, del don. Asumiendo la naturaleza pasajera de la experiencia, acoger el proyecto en un barco nos pareció el contexto más resonante en este preciso momento. Copilandia no es un espacio neutro. GRATIS lo declaró una utopía pirata que todo el mundo puede libremente abordar, ocupar e infiltrar. Como artistas, estamos buscando entre los diferentes caminos de intervención cultural, junto a colectivos y personas afines, la fórmulas mas eficaces para promover la libertad cultural; y por nuestra continuidad en una línea de tiempo que se extiende simultáneamente en el pasado, el presente y el futuro. Nadie podía predecir a dónde el viaje nos iba a llevar.
























Nada más soltar amarras el 28 de diciembre, día de los Santos Inocentes, nuestras expectativas se desbordaron. La noticia de la llegada de un bajel pirata a la ciudad con un rico cargamento para tomar, copiar o intercambiar corrió como un reguero de pólvora. Durante la corta duración del evento, una gran cantidad de amigos, familias, turistas y curiosos llegaron a Copilandia a ver qué tesoros podían encontrar bajo las banderas que ondeaban “copia y libertad”. Todos los días había eventos programados y espontáneos incluyendo conciertos y dj’s, mesas redondas, tertulias, presentaciones de libros, performances, talleres de recetas y de software libre, karaokes y sesiones de magia. Agotados pero contentos, los miembros de GRATIS estaban a bordo para asistir a los visitantes presentando los diversos trabajos de música, vídeos, dibujos, libros, fotos, poemas, panfletos y proclamas, y ayudándoles a fotocopiar, descargar o grabar copias de todo ello, o mejor aún, hacer sus propias aportaciones y recombinaciones.






















































































En los múltiples encuentros con la gente, una de las preguntas más comunes era: ¿si tú trabajas por amor al arte, de qué vas a comer, o con qué vas a pagar la renta? Respondíamos que promover una forma más libre de circulación del propio trabajo no significa renunciar a todos nuestros derechos como artistas, ni Copilandia se opone a una justa retribución para cualquiera. Se trata más bien de entender que podemos participar en múltiples economías culturales. Además, el valor del arte se crea y comparte colectivamente. Un dominio público amplio beneficia tanto a los autores como a la sociedad, y es el paradigma de la abundancia el que acompaña a los conocimientos y los bienes culturales en una época en que podemos imaginar el acceso universal a la cultura.


Copilandia ha sido un bonito experimento que demuestra que trabajar por amor al arte siempre funciona. El arte nos ha aportado sus cualidades de representación para imaginar por unos pocos días una utopía pirata entre Sevilla y Triana. Todavía estamos asimilando el caudal de experiencias y asumiendo nuestras equivocaciones, pero no podemos olvidar que nuestra isla autónoma sólo existe y tiene sentido en relación a lo que la rodea. La cuestión ahora es ampliar el don y ver que herramientas nos puede aportar para desenvolvernos en las realidades que confrontamos en otros sitios cada día.





































…últimas noticias…últimas noticias…últimas noticias…























La segunda etapa de la singladura nos ha llevado río Cauca arriba hasta Santiago de Cali, Colombia, con un taller de Copilandia en el Centro Cultural Comfandi, programado dentro del VI Festival de Performance de Cali (www.helenaproducciones.org). Durante una productiva semana en
la sucursal del Cielo, el taller facilitó el contacto, intercambio, regalo, y pirateo de arte y técnicas entre los participantes. Las aportaciones multimedia de más de una veintena de artistas se suman ahora al proyecto que continúa navegando.






















































Proximamente, esperamos navegar otra vez el Atlántico de vuelta al Nuevo Mundo. Copilandia quiere continuar ruta por el río Hudson para llegar a tiempo al Peekskill Project, un Festival de Arte Público que se celebra en el estado de Nueva York. Como en otras ocasiones, todo el mundo estará invitado a participar en este foro cultural abierto, donde los tesoros del cargamento recombinante de Copilandia serán una vez más presentados al público para copiar, transformar y añadir su aportación a un diálogo en construcción permanente. Manténgase informado en www.copilandia.org

GRATIS





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